La fe llega al corazón de uno, pero se refuerza cuando es con otros. En nuestras comunidades aprendemos a mirar quién soy, junto a otros y hacia nuestra sociedad. Nos va eso de mirar al horizonte y soñar un futuro más humano, ese que se construye haciendo. Lo hacemos desde nuestro día a día cotidiano, compartiendo vida en reuniones, con gente de nuestra misma edad.
